viernes, 15 de junio de 2012

LA CIVILIZACION GRIEGA

LA CIVILIZACIÓN GRIEGA

UBICACIÓN TEMPORO-ESPACIAL:
Aproximadamente en el siglo X a. C., cuando se desarrollaba la decadencia de la Civilización Egipcia, comienza a emerger una de las más grandes civilizaciones de la Antigüedad, la Griega; en el siglo VIII a.C. ya se habían consolidado las bases de algunas de sus más importantes ciudades y de esta forma, en el siglo V a.C., ciudades como Atenas experimentaban el periodo de mayor desarrollo político y artístico, para, luego caer en una etapa de decadencia producto de guerras entre ciudades griegas. En el siglo IV a.C., aparece desde el norte el poder imperial de Alejandro Magno, que al imponerse sobre las polis termina con las guerras internas, pero a la vez, no permite el progreso político de éstas. Finalmente, en el siglo II a.C., después de la desaparición del Imperio de Alejandro Magno, Grecia cae bajo los intereses imperiales de Roma y con ello desaparece la hegemonía política, económica y cultural que los griegos imponían en la cuenca del Mar Mediterráneo.
Como todo pueblo de la Antigüedad, el griego no pudo sustraerse a la influencia del medio físico en que vivió. Grecia, llamada Hélade por los mismos griegos, se encontraba en el extremo sur de la península de los Balcanes, una de las tres penínsulas que tiene Europa en el mar Mediterráneo, la más oriental; Lo que permite comunicar a este continente con Asia
Grecia se interna en el mar con una gran cantidad de costas despedazadas en que se perfilan numerosos golfos, como el de Corinto; islas, como la de Eubea y la de Delos, y penínsulas como el Ática y el Peloponeso. Al este se encuentra un puente hacia las regiones costeras del reino de Lidia, en Asia Menor, de manera que la comunicación con esas regiones parece haber sido fácil. Entre ellas se encuentran los archipiélagos de las Cicladas, de las Espóradas e islas como Samotracia, Lesbos, Quíos, Samos, Delos, Naxos, Milo, Cosy Rodas. Cerrando el mar Egeo por el sur, se encuentra la isla de Creta. Las costas occidentales de la península balcánica están bañadas por el mar Jónico.
El territorio escarpado, seco y con escasas llanuras aptas para la agricultura, dio origen a una de las peculiaridades del pueblo heleno: la división en pequeñas comunidades. Estas comunidades, como consecuencia de las dificultades de comunicación motivadas por el accidentado relieve del suelo, se mantenían independientes, formando pequeños estados.
El clima y las características del territorio influyeron decisivamente en la vida de los griegos. Su casa, su forma de vestir, su alimentación, estaban determinadas por las condiciones especiales del país que habitaban. Los inviernos, salvo en las regiones montañosas del interior, eran suaves; los veranos, muy calurosos, con temperaturas de hasta cuarenta grados. A lo largo del período estival, los ríos se secaban y la falta de lluvia resecaba las tierras hasta hacer imposible la práctica de la agricultura. Por esta razón, los griegos carecían de las reservas necesarias de cereales y debían traer alimentos de otras zonas, tales como Italia o Ucrania. No obstante, supieron explotar los cultivos que se adaptaban bien a su clima y suelo, como la vid y el olivo. En las zonas montañosas, el principal recurso era la ganadería, abundando, sobre todo, los rebaños de ovejas y cabras.
Las regiones costeras, con numerosos entrantes en el mar, resultaban propicias para la navegación. A pesar de la escasez de sus recursos naturales. Grecia contaba con un emplazamiento privilegiado. Próxima a Creta y en una posición intermedia entre los pueblos de Asia y del Occidente europeo, la península griega fue un lugar favorable para el desarrollo de la civilización.
El área griega propiamente dicha constituye un espacio pequeño, si se la compara con los grandes espacios abiertos de los imperios orientales. El fraccionamiento en multitud de islas y de pequeños valles rodeados de montañas, impidió la formación de unidades políticas extensas. Sin embargo, los griegos consolidaron un espacio cultural de notables dimensiones, cuya influencia puede detectarse desde el golfo Pérsico hasta la península ibérica; es un espacio discontinuo, de núcleos aislados (colonias).
La importancia del mar en la vida helena se manifiesta, tanto para el desarrollo de la economía mediante un activo comercio, como para explicarnos el poder político alcanzado por sus pequeños estados. Atenas y las ciudades del Peloponeso poseían escuadras importantes en las que se basaba a menudo su hegemonía. El mar fue la vía de expansión por excelencia –y casi la única- de la cultura griega; el camino emprendido por sus navegantes para buscar en el exterior los recursos naturales que no producía su tierra. Esta realidad condiciona toda la vida de la Grecia clásica, desde pensamiento, que adquiere mayor flexibilidad al entrar en contacto con otros modelos culturales, hasta la economía, que se basa fundamentalmente en el intercambio de productos adquiridos fuera de los límites del Egeo.
UN espacio diverso con sentido de unidad. Los múltiples valles e islas de que se compone Grecia, condicionaron el desarrollo como unidades independientes de las ciudades –estado, muchas veces enfrentadas entre sí. Esparta, Tebas, Atenas, Argos, naxos y otras ciudades, formaron unidades políticas bien diferenciadas.
Las luchas entre una y otra ciudad fueron frecuentes y alcanzaron su expresión máxima en las guerras del Peloponeso. Cada ciudad tenía leyes, estilos artísticos y modelos culturales que la diferenciaban de las demás. Sin embargo, existía un irreversible proceso de unificación cultural que se tradujo en una conciencia colectiva de pertenecer a la Hélade como unidad superior al estrecho marco de cada ciudad-estado.

EL ORIGEN DE LOS GRIEGOS
Los griegos o helenos pertenecían a la gran rama de los pueblos indoeuropeos que, hacia el año 2000, comenzaron a bajar desde los fríos bosques del norte de Europa hacia el sur en busca de regiones más cálidas. Este avance se realizó en oleadas sucesivas. El primer grupo de helenos que se3 instaló en Grecia fueron los “arqueos”. Conjuntamente con ellos, otro grupo se lanzó a la conquista de Tracia y Frigia, los “tracio-frigios”, y ocuparon la región nororiental de los Balcanes, dando origen al reino de Troya.
Mucho más tarde, hacia el año 1200 a.C., otro pueblo helénico, los “dorios”, penetro violentamente en Grecia, destruyendo la civilización micénica que habían creado los antiguos aqueos y se instalaron en el Peloponeso en donde fundaron ciudades estados de importancia, como Esparta y Argos.
Los aqueos debieron someterse a los invasores dorios o bien emigrar rumbo al Ática o a las islas del mar Egeo.



Los dorios olvidaron que habían llegado de otras regiones y se consideraron autóctono, atribuyendo su origen a mitos y leyendas que dieron forme a la vida y el pensamiento en la llamada “época heroica”.
A pesar de que esta nueva invasión helena, trae la división entre conquistadores y vencidos, ambos pueblos, aqueos y dorios, tienen un origen en común. Con el tiempo las diversas tribus fueron adquiriendo características regionales y terminaron distinguiéndose tres grupos de helenos:
Los jonios, mezcla de aqueos y de los jonios, pueblo de Grecia central y de las islas del Egeo, tuvieron su centro cultural en Ática y en las costas de Asia Menor frente a Grecia.
Los dorios, descendientes de los invasores del 1200 a.C., se establecieron principalmente en el Peloponeso, Creta en la costa SO del Asia Menor, en Tesalia y Beocia. Su cultura de costumbres sobrias y rudas y su carácter militar aristocrático, se conservó principalmente en Esparta en la región de Laconia.
Los eolios, eran grupos mezclados; formaban el común de los helenos que no se incluían en ninguno de los dos grupos anteriores.

LA CIVILIZACION MINOICA:
En el tiempo en que Egipto alcanzaba su mayor poderío bajo los faraones del Reino Nuevo, se desarrollaba una floreciente civilización en las islas del Mar Egeo. Su centro era la isla de Creta donde, según la leyenda griega, habría gobernado el rey Minos. En recuerdo del legendario rey se dio a la civilización cretense el nombre de minoica.
Entre los griegos se conservaron numerosas leyendas referentes a Creta y el rey Minos. El artista ateniense Dédalo habría construido para Minos un enorme palacio con tantas salas y galerías que toda persona extraña se perdía en este laberinto. En el laberinto, residía el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo humano a quien todos los años debían ser sacrificados siete jóvenes y siete doncellas de Atenas. Finalmente, el monstruo fue muerto por el héroe griego Teseo quien pudo escapar del laberinto gracias al hilo que le facilitó Adriadna, la hija de Minos.
Hacia 1900 d.C. el arqueólogo inglés Arturo Evans logró descubrir el laberinto cretense: en veinte años de paciente labor desenterró el palacio real de Cnosos, gigantesca y suntuosa construcción de varios pisos que con sus numerosas salas, galerías, almacenes y patios parece un verdadero laberinto. Tuberías de agua, baños y un excelente sistema de canalización servían a la higiene y la comodidad. Los hermosos frescos en las paredes representan a una sociedad que disfrutaba de la naturaleza y del arte y en que la mujer ocupaba igual posición que el hombre. Especial importancia tenía los juegos deportivos, sobre todo las corridas de toros.
La riqueza y el poder de Creta no se basaron en la fuerza militar, sino en la industria y el comercio marítimo. Los cretenses exportaban sus productos agrícolas, el aceite y el vino, su fina cerámica y las herramientas y la artística cerrajería de bronce. Importaban mármol y la plata de Grecia, cobre de Chipre, oro y marfil de Egipto.
En los frescos del palacio de Cnosos faltan las escenas guerreras. Las cuidades de Creta carecían de muros y fortificaciones. Los pacíficos cretenses se sentían protegidos por el mar y por sus flotas. Sin embargo, hacia 1400 a.C., la isla cayó bajo el dominio de invasores extrangeros, los aqueos.

LA CIVILIZACION MICENICA:
Hacia el 1900 a.C. pueblos indoeuropeos, provenientes de las llanuras del Danubio, penetraron en la península de los Balcanes y se extendieron hasta el Peloponeso. La tradición griega los recuerda bajo el nombre de aqueos.
Los belicosos aqueos pudieron dominar a los habitantes primitivos, los pelasgos. Los reyes aqueos más poderosos fueron los de Micenas y Tirintio en el Peloponeso. Desde Micenas salía una red de caminos por donde avanzaban los guerreros en sus veloces carros de guerra. En la cumbre del cerro se elevaban gigantescos muros de piedras labrada que, según la leyenda, habrían sido construidos por los cíclopes. Se entraba por una puerta monumental, la puerta de los leones, adornada por una columna flanqueada por dos leones esculpidos en piedra. Detrás de los muros se elevaba el palacio real cuyos interiores estaban decorados con hermosos frescos de estilo minoico que deben haber sido obra de maestros cretenses.
Al pie del cerro los reyes mandaron construir monumentales tumbas subterráneas en forma de cúpula donde se hicieron sepultar de una manera semejante a los faraones egipcios. Los arqueólogos descubrieron ahí armas de bronce, preciosas joyas y finas máscaras de oro.
Desde el Peloponeso los aqueos, haciéndose navegantes, extendieron su dominio sobre el Mar Egeo. Hacia el 1470 a.C. se apoderaron de la isla de Creta.
Según la tradición los aqueos habrían llegado también hasta el Asia Menor. El rey Agamenón de Micenas habría encabezado la expedición que después de larga lucha habría logrado triunfar sobre Troya.
Hacia el 1200 a.C. nuevos invasores indoeuropeos, los belicosos dorios, penetraron en la península griega desde el norte. Sus espadas y escudos de hierro les dieron la superioridad sobre las armas de bronce de los aqueos.
Los aqueos abandonaron los territorios que habitaban. Muchos se refugiaron en Ática. Otros pasaron a las islas del Mar Egeo y a la región costera de Asia Menor conocida como Jonia. Otros cayeron bajo la dominación de los dorios. De la mezcla de los distintos grupos emergió el pueblo griego.

EVOLUCION POLÍTICA: Formación de las Polis

Originalmente los griegos vivieron dispersos en el campo y en pequeñas aldeas. A raíz de las continuas guerras los reyes y los nobles empezaron a construir plazas fortificadas bajo cuya protección se establecieron los artesanos y comerciantes. Así se formó la Polis, la ciudad- estado, centro y base de la civilización griega. Algunas ciudades tuvieron un desarrollo especial, pero en su mayoría pasaron por cinco formas de gobierno: la Monarquía, el gobierno de un rey que había recibido su poder por herencia; la Aristocracia: el gobierno de los “mejores”, esto es, de nobles cuyo poder descansaba sobre sus tierras y que legitimaban su posición mediante el nacimiento y la sangre; la Plutocracia: el gobierno de los más ricos; la Tiranía: el gobierno de algún personaje ambicioso que llegaba al poder por la vía ilegal y cuya autoridad no descansaba sobre la herencia, la posición social o la riqueza, sino sobre la fuerza personal; Democracia, el gobierno del pueblo basado en el principio de la igualdad de todos los ciudadanos.
La Polis se componía de tres partes: la acrópolis, generalmente un recinto fortificado en la cumbre de una colina donde se construían los templos; el área urbana al pie de la acrópolis, con el mercado, las tiendas, los talleres y las casas; los alrededores dedicados a los cultivos agrícolas.
La ciudad- estado tenía escasa extensión. Esta variaba entre los cien y mil kilómetros cuadrados. La población no solía exceder los 5000 habitantes. Atenas, el Estado más grande e importante, tuvo en los tiempos de su mayor poder una población de unas 300000 personas.
Cada Polis era completamente independiente. Era un centro religioso y económico que cuidaba celosamente su independencia política (soberanía), sus leyes propias (autonomía) y su independencia económica (autarquía).
La Polis fue el factor dominante en la vida colectiva griega. Fue el núcleo en que se condensó la vida helénica en su totalidad. La grandeza y el esplendor de Grecia coincidieron con el poder y florecimiento de sus ciudades. Jamás los griegos se unieron en un Estado nacional que hubiese abarcado a toda la Hélade. En el curso de los siglos la Polis experimentó profundos cambios internos.
Con la Polis griega apareció en la historia universal un nuevo principio de organización política: el principio de la responsabilidad del ciudadano libre en la vida cívica. Mientras que en Oriente el poder político era ejercido autocráticamente por los reyes divinizados, el Estado griego descansaba sobre la comunidad de los ciudadanos y tenia la función de realizar el bien común y de contribuir al perfeccionamiento moral de la persona.

LAS POLIS GRIEGAS;
- ESPARTA, POLIS GUERRERA:
Hacia el 1200 a.C. los dorios penetraron en el fértil valle del Eurotas en Laconia, en el sur del Peloponeso. Fundaron varios pueblos de cuya unión nació la ciudad de Esparta.
Después de violentas luchas los dorios pudieron triunfar sobre la población aquea y la redujeron a la servidumbre. En el siglo VIII los espartanos extendieron su dominio sobre la vecina Mesenia y sojuzgaron a su población. A raíz de estas conquistas territoriales Esparta pudo, resolver el problema de la tierra, de modo que no tuvo necesidad de fundar colonias.
Los espartanos se establecieron como minoría dominante que constituía solamente el 7% de la población. El temor permanente de una sublevación de los vencidos ejerció profunda influencia sobre el sistema de gobierno y las formas de vida de los espartanos. Esparta se convirtió en un gran campamento guerrero en que todo debía servir a la capacitación militar.
Los espartanos o “ iguales” vivían de las rentas que les producían las tierras que fueron repartidas entre ellos mediante sorteo. Las tierras eran trabajadas por los descendientes de los vencidos, los ilotas, que eran considerados esclavos del Estado. A los espartanos les era prohibido tener oro y plata. Sólo circulaban monedas de hierro que no tenían valor fuera de territorio espartano. La industria y el comercio quedaron en manos de los periecos que habitaban las regiones menos fértiles de Laconia y que habían conservado su libertad personal, aunque no gozaban de los derechos políticos. Los contactos con los extranjeros fueron reducidos a un mínimo con el fin de que Esparta conservara íntegramente su carácter propio.

LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA:
La tradición atribuyó la constitución del Estado espartano al legislador Licurgo. De hecho, la constitución fue el resultado de un largo proceso histórico. Al frente del Estado estaban dos reyes que en tiempos de guerra tenían autoridad absoluta sobre la vida y la muerte; en cambio, en tiempos de paz su poder quedaba reducido al mero honor. Junto con 28 hombres que debían ser mayores de sesenta años y que provenían de las familias más distinguidas, formaban el Consejo de Ancianos, la Gerusía, que tenía la función de preparar las leyes que debían ser aprobadas por la Asamblea Popular. Esta se reunía los días de luna nueva y luna llena. En ella participaban todos los espartanos que habían cumplido treinta años. La Asamblea aprobaba o rechazaba los proyectos de ley, decidía sobre la guerra, la paz y las alianzas y elegía a los cinco éforos. Los éforos duraban un año en su cargo. Ellos convocaban la Asamblea Popular, administraban el tesoro público, tenían el control sobre toda la administración, vigilaban las costumbres y recibían a los embajadores de otros Estados. En el curso del tiempo los éforos pudieron ampliar cada vez más su autoridad y finalmente hasta recibieron poder para destituir y condenar a muerte a los reyes.
LA EDUCACIÓN Y LAS FORMAS DE VIDA:
Desde su nacimiento el espartano pertenecía al Estado. Debía vivir enteramente en función de la colectividad. Los niños débiles o enfermos debían perecer. A los siete años los niños debían abandonar el hogar para ser educados en las instituciones públicas. Eran sometidos a una disciplina estricta, instruidos en las artes militares y debían aprender a hablar en forma precisa y breve, a la manera “ lacónica”, expresión de la concentración del espíritu y de una personalidad concisa. A los veinte años el joven ingresaba al ejército, a los treinta llegaba a ser ciudadano.
El espartano debía ejercitarse permanentemente para la guerra. Todos los años los éforos, al asumir su cargo, declaraban de nuevo guerra a los mesenios e ilotas, y los jóvenes espartanos debían recorrer el país y matar implacablemente a toda persona sospechosa. Sólo el vicio militar, la caza y la acción deportiva eran actividades dignas del espartano. Toda su vida quedaba estrictamente reglamentada según las exigencias de la rigurosa disciplina militar.

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